Nadie puede guardar toda el agua del mar
en un vaso de cristal
¿Cuántas gotas tienes que dejar caer
hasta ver la marea crecer?
¿Cuántas veces te ha hecho sonreír?
Esta no es manera de vivir
¿Cuántas lágrimas puedes guardar
en tu vaso de cristal?
Si tienes miedo, si estás sufriendo
tienes que gritar y salir, salir corriendo.
AMARAL
(Salir corriendo)
SALIR CORRIENDO
Sintiendo desde dentro
un terremoto cruel e infinito.
Sintiendo tu mirada
inútil y desvanecida
como un martillo,
sin sonido, sin voz,
apagada y triste,
voy nadando a la deriva,
levantándome a tientas,
en busca de un asidero,
una esquina,
un árbol al que agarrarse,
puerta abierta
a la esperanza, a la belleza.
Silencio inmediato.
Sólo escucho el ritmo
de tu corazón acelerado,
que a impulsos me obliga
a detenerme un instante.
Cierro los ojos
junto a tu espalda desnuda
y la sangre se me sube
hasta mis labios desencajados.
Soy incapaz de olvidarte,
de romperte en mi cabeza
y hacer un mapa con tus huesos.
Me obligo a parar mis pasos.
Mi alma destrozada en pedazos
va cayendo como pozos vacíos
bajo la ténue sombra de la luna.
¡Qué de cierto y de mentira!
es el rostro que me enseñas.
Como duende te adelantas
con tus manos llenas de sueños
y apagas su belleza
en un solo segundo
bajo la fría mirada de todos.
Te mueves como un lagarto,
sigiloso y medio dormido,
escondiéndote bajo el lodo,
bajo el agua oscura.
Te detienes un instante
para desnudarme el alma
y despojarme de la sangre
que me habita,
que me adorna.
Y me deshago en un río de aceite,
insalvable y escurridiza.
Es inútil y frágil
mi manera de amarte.
¡Tan desesperada y silenciosa!
La vida se me va escapando
a borbotones, de las manos,
a través de los muros
que voy construyendo,
sin ritmo, sin palabras.
A partir de mañana
me cubriré el rostro
de retratos imaginarios,
de colores cálidos
y mares abiertos.
A partir de mañana
saldré corriendo
de esta cárcel ensombrecida
y pintaré mis ojos
de música cubana,
bajo un cielo desnudo.
Pero solo conseguiré
salir corriendo,
abandonándote
para siempre.
Ahogándote en
tu propio océano,
bajo mi impasible mirada.
Y el mundo se volcará
en una explosión
de ríos y tormentas
acuchillándote la cara.
A partir de mañana
disfrutaré de una soledad
merecida y acariciada,
de la dulce belleza.
Pero solamente
necesito hundirte.
Y para ello removeré
caminos y desiertos
oscuros y lánguidos.
Me disfrazaré de mendigo
para robarte tus encantos,
tu fresca sonrisa de menta.
Solamente necesito
aplastarte contra una piedra
y redimirte como a un ángel
sin rostro, sin vida.
(Cuando pueda, recuérdame
que te ate a tu silla
y no te muevas en un siglo.
Y así convertido
en una bella estatua
mandarte a un museo,
o servir de postre junto a la
tarta de cumpleaños).
Tu recuerdo será merecido
hasta el fin de mis días,
pero ya es hora de vivir
otra vez más.
Ya es hora de salir corriendo.
Mayo de 2003
en un vaso de cristal
¿Cuántas gotas tienes que dejar caer
hasta ver la marea crecer?
¿Cuántas veces te ha hecho sonreír?
Esta no es manera de vivir
¿Cuántas lágrimas puedes guardar
en tu vaso de cristal?
Si tienes miedo, si estás sufriendo
tienes que gritar y salir, salir corriendo.
AMARAL
(Salir corriendo)
SALIR CORRIENDO
Sintiendo desde dentro
un terremoto cruel e infinito.
Sintiendo tu mirada
inútil y desvanecida
como un martillo,
sin sonido, sin voz,
apagada y triste,
voy nadando a la deriva,
levantándome a tientas,
en busca de un asidero,
una esquina,
un árbol al que agarrarse,
puerta abierta
a la esperanza, a la belleza.
Silencio inmediato.
Sólo escucho el ritmo
de tu corazón acelerado,
que a impulsos me obliga
a detenerme un instante.
Cierro los ojos
junto a tu espalda desnuda
y la sangre se me sube
hasta mis labios desencajados.
Soy incapaz de olvidarte,
de romperte en mi cabeza
y hacer un mapa con tus huesos.
Me obligo a parar mis pasos.
Mi alma destrozada en pedazos
va cayendo como pozos vacíos
bajo la ténue sombra de la luna.
¡Qué de cierto y de mentira!
es el rostro que me enseñas.
Como duende te adelantas
con tus manos llenas de sueños
y apagas su belleza
en un solo segundo
bajo la fría mirada de todos.
Te mueves como un lagarto,
sigiloso y medio dormido,
escondiéndote bajo el lodo,
bajo el agua oscura.
Te detienes un instante
para desnudarme el alma
y despojarme de la sangre
que me habita,
que me adorna.
Y me deshago en un río de aceite,
insalvable y escurridiza.
Es inútil y frágil
mi manera de amarte.
¡Tan desesperada y silenciosa!
La vida se me va escapando
a borbotones, de las manos,
a través de los muros
que voy construyendo,
sin ritmo, sin palabras.
A partir de mañana
me cubriré el rostro
de retratos imaginarios,
de colores cálidos
y mares abiertos.
A partir de mañana
saldré corriendo
de esta cárcel ensombrecida
y pintaré mis ojos
de música cubana,
bajo un cielo desnudo.
Pero solo conseguiré
salir corriendo,
abandonándote
para siempre.
Ahogándote en
tu propio océano,
bajo mi impasible mirada.
Y el mundo se volcará
en una explosión
de ríos y tormentas
acuchillándote la cara.
A partir de mañana
disfrutaré de una soledad
merecida y acariciada,
de la dulce belleza.
Pero solamente
necesito hundirte.
Y para ello removeré
caminos y desiertos
oscuros y lánguidos.
Me disfrazaré de mendigo
para robarte tus encantos,
tu fresca sonrisa de menta.
Solamente necesito
aplastarte contra una piedra
y redimirte como a un ángel
sin rostro, sin vida.
(Cuando pueda, recuérdame
que te ate a tu silla
y no te muevas en un siglo.
Y así convertido
en una bella estatua
mandarte a un museo,
o servir de postre junto a la
tarta de cumpleaños).
Tu recuerdo será merecido
hasta el fin de mis días,
pero ya es hora de vivir
otra vez más.
Ya es hora de salir corriendo.
Mayo de 2003
Micaela
Imagen: "Sueños coartados" de Denis Nuñez Rodriguez, pintor cubano